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Pensar en positivo

Muchas veces se dice, medio en serio, medio en broma, que un pesimista es un optimista bien informado. Parece que asumimos que un modo de pensar optimista, intentando ver el lado positivo a cualquier situación, no es realista. Es como si la mayoría de las personas dieran por hecho que lo positivo es idealista, casi utópico, mientras que lo negativo es realista.

Lo poco realista es pensar que todo es positivo o negativo. Cada situación puede tener muchas lecturas, y lo favorable es saber sacar algo provechoso incluso de las situaciones más desafortunadas. Lo positivo o negativo para un sujeto no es la situación en sí, sino cómo le afecta, cómo afronta esa situación. Pensar en positivo no quiere decir que tengamos en mente que sólo nos van a pasar cosas buenas (esto sería tan poco realista como pensar que sólo nos van a pasar cosas malas). El pensamiento en positivo hace referencia a como planteamos, resolvemos y afrontamos una situación.

Por ejemplo, una situación aversiva en la vida personal (perder un trabajo, problemas o desgracias familiares...) es obvio que es algo negativo, sin embargo la actitud con que las afrontemos y lo que seamos capaces de aprender de ellas no tienen por qué serlo: las personas que las han sufrido y afrontado se hacen mucho más fuertes y ganan muchos más recursos personales para actuar en situaciones futuras.

Un ejemplo de como la actitud positiva o negativa influye de manera determinante en nosotros es el siguiente:

El ejercicio consiste en pedir a un sujeto que se coloque de pie y extienda los brazos (obviamente, se comprueba que no tenga ningún tipo de lesión o problema en los brazos). Con los brazos extendidos a los costados, se le dice que resista con todas sus fuerzas, mientras se le intenta bajar el brazo. No se consigue que baje los brazos.

Después, se le dice que cierre los ojos y repita diez veces la afirmación negativa "soy una persona débil y sin méritos"; se le dice que experimente la sensación de esa afirmación. Cuando la ha repetido diez veces, se le dice que abja los ojos y vuelva a extender los brazos: se consigue bajar el brazo del sujeto.

Si se repite el mismo ejercicio, pero formulando una frase positiva, el sujeto "recupera" sus fuerzas rápidmente.

Esto es un ejemplo del poder de las afirmaciones y pensamientos, ya sean positivos o negativos.

En el deporte, es habitual que los deportistas a aprendan a hacer ellos mismos técnicas de relajación y preparación antes de la competición: visualización (imaginarse con todo detalle realizando el partido perfecto, el salto perfecto, la competición ideal), afirmaciones positivas, técnicas de autocontrol...

Todo esto nos da la idea del poder que tenemos sobre nosotros mismos y la capacidad de mejorar situaciones que a primera vista nos pueden parecer insostenibles. Las afirmaciones positivas y la búsqueda de algo positivo, aún en los momentos más desdichados, contribuyen a reforzar la personalidad y a dotarnos de más capacidades y recursos de afrontamiento, para conseguir exprimir al máximo todo lo bueno que se pueda obtener en cada situación. Esto es vivir sin miedo y buscando -y alcanzando- la felicidad.



¿Y a qué viene esto? Pues bueno, lo he sacado de un libro de la psicóloga Susan Jeffers, que me pareció interesante cuando lo leí, y me apetecía compartirlo.

Hala, ¡un saludo a todos!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esta estupendo, quiero hacer el experimento ese!

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