Basado en hechos reales, aunque no lo parezca...
Erase una vez una pequeña serpentita que fue adoptada por una amable señora, que la quería cuidar y darle todo su amor. Como la serpiente era muy chiquitita y muy mona, la tenía suelta por la casa; total, no iba a hacer daño a nadie, con lo pequeña que era. Y así fue, no molestó ni incordió a nadie, y se acostumbró a vivir suelta por la casa y a dormir enroscadita sobre sí misma a los pies de la cama de su dueña. Por cierto, la serpiente era una boa, detalle importante e inquietante...
Total, que la boa fue creciendo, pero seguía portándose tan bien como siempre, y durmiendo siempre tan mona, hecha un ovillito, junto a la cama de su querida dueña, que la cuidaba y la alimentaba con ratoncitos vivos y esas cosas tan monas que comen las serpientes.
Hasta que un día, algo insólito le pasó a la boa: estaba rara, algo inusual le sucedía. Por el día se actuaba como siempre, pero por las noches, su comportamiento cambiaba. El hecho más significativo es que ya no dormía enroscadita y tranquila, sino que se quedaba tiesa como un palo y por las noches se ponía toda estirada, a los pies de la cama de su dueña. Debido este comportamiento, su atenta dueña pensó que estaría enferma, y fue rápidamente a preguntar a un veterinario.
El sujeto en cuestión, sufrío varios infartos y se le cambió la cara de color varias veces cuando la señora le dijo que tenía una boa en casa, y sufrió varios síncopes e ictus cuando la señora le contó el problema de que la boa estaba enferma y dormía estirada. Cuando fue capaz de articular palabra, el veterinario le dijo a la mujer que lo que tenía que hacer era traer a la boa, para que fuera sacrificada, o al menos, sacarla de casa. La mujer contestó que no, que de ninguna manera: le tenía mucho cariño a la boa, y, aunque estuviera enferma, no se iba a deshacer de ella: quería que se curara.
El veterinario, sentándose y abanicándose, intentando tranquilizarse a sí mismo, le explicó a la clienta el problema: "mira, mujer, tu boa está sana, no le pasa nada, pero tienes que deshacerte de ella, porque no se queda estirada junto a tu cama porque le pase nada raro, simplemente está midiéndote a tí, para ver si puede comerte".
-> Cuando me lo contaron anoche, me tiré todo el rato imaginándome a la boa en el suelo, estirándose, midiendo para ver si se jalaba a la dueña... ¡que yuyazo!
Total, que la boa fue creciendo, pero seguía portándose tan bien como siempre, y durmiendo siempre tan mona, hecha un ovillito, junto a la cama de su querida dueña, que la cuidaba y la alimentaba con ratoncitos vivos y esas cosas tan monas que comen las serpientes.
Hasta que un día, algo insólito le pasó a la boa: estaba rara, algo inusual le sucedía. Por el día se actuaba como siempre, pero por las noches, su comportamiento cambiaba. El hecho más significativo es que ya no dormía enroscadita y tranquila, sino que se quedaba tiesa como un palo y por las noches se ponía toda estirada, a los pies de la cama de su dueña. Debido este comportamiento, su atenta dueña pensó que estaría enferma, y fue rápidamente a preguntar a un veterinario.
El sujeto en cuestión, sufrío varios infartos y se le cambió la cara de color varias veces cuando la señora le dijo que tenía una boa en casa, y sufrió varios síncopes e ictus cuando la señora le contó el problema de que la boa estaba enferma y dormía estirada. Cuando fue capaz de articular palabra, el veterinario le dijo a la mujer que lo que tenía que hacer era traer a la boa, para que fuera sacrificada, o al menos, sacarla de casa. La mujer contestó que no, que de ninguna manera: le tenía mucho cariño a la boa, y, aunque estuviera enferma, no se iba a deshacer de ella: quería que se curara.
El veterinario, sentándose y abanicándose, intentando tranquilizarse a sí mismo, le explicó a la clienta el problema: "mira, mujer, tu boa está sana, no le pasa nada, pero tienes que deshacerte de ella, porque no se queda estirada junto a tu cama porque le pase nada raro, simplemente está midiéndote a tí, para ver si puede comerte".
-> Cuando me lo contaron anoche, me tiré todo el rato imaginándome a la boa en el suelo, estirándose, midiendo para ver si se jalaba a la dueña... ¡que yuyazo!
2 comentarios:
Primer artículo del año. ¡¡Espero que os guste!!
Ja Ja. Que bueno lo de la serpiente midiendo a la dueña. En plan aparcamiento, cuando te pones al lado del hueco para ver si tu coche cabe.
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